San Lorenzo no se permite perder protagonismo. El solo hecho de recordar la procesión de hinchas azulgranas que regó las calles de la exótica Marrakech, en diciembre pasado y antes de la final del Mundial de Clubes, obliga al Ciclón a figurar de nuevo en el candelero. Su grandeza y el fervor de su gente lo empujan a objetivos superiores. En Boedo flota la nostalgia de la gloria reciente, casi al alcance de la mano. Por eso no se rinde. Por eso no quiere bajar los brazos.

Eliminado prematuramente de la Copa Libertadores 2015, San Lorenzo, se vio urgido a recomenzar su plan futbolístico. De pronto, pareció quedarse sin nada cuando la etapa de grupos le puso un freno a la ilusión. Hoy necesita reconstruirse y por eso utiliza el torneo de primera división como base de relanzamiento. Y más allá de que tiene escaso brillo en el juego, no le va nada mal: anoche, en el Nuevo Gasómetro, se quitó de encima a un rival que tomaba confianza de visitante como Sarmiento, al que goleó 3 a 0 con un tanto de Tito Villalba y dos deMartín Cauteruccio.

La situación es ideal, porque el Ciclón quedó en la misma línea de Boca; los dos se ubican en la cima del certamen con 28 puntos, aunque los xeneizes con un partido menos. Mañana, el plantel que dirige Edgardo Bauza estará muy atento a la reacción del equipo de Arruabarrena, después del escandaloso superclásico y su despedida de la Copa Libertadores por mandato de los escritorios. Quizá -intuyen en el Ciclón-, Boca arrastre un factor negativo que traslade al torneo doméstico.

Lo cierto es que San Lorenzo no luce y su planteo no es del todo generoso, como viene ocurriendo en los últimos partidos. Pero nadie puede negar que sus jugadores están haciendo todo para sacar pecho y volver a dominar en el ámbito local. En el primer tiempo, sus simpatizantes vieron el funcionamiento con cierto escepticismo; se advertía algunos murmullos con aire de reproche. El equipo contagiaba poco y no le podía encontrar la vuelta a los juninenses, que hacían bien en presionar con sus mediocampistas para ahogar la salida de los locales.

Pero Villalba destrabó el partido en el comienzo del segundo tiempo por obra de un rápido contrataque. Y a partir de entonces, como si fuera un efecto dominó, se descontracturaron San Lorenzo y los hinchas. Ya todo fue distinto y Sarmiento, en la desesperación, abrió las compuertas para una goleada en contra.

Es cierto, también, que el ingreso de Gonzalo Verón casi a la media hora de la segunda parte facilitó las cosas para darle más velocidad al equipo y disimuló cierta postura amarreta. Entonces apareció Cauteruccio en toda su dimensión, con su doble festejo, para reforzar la trascendencia que tiene en el plantel.

Al final, todo fue una fiesta. En las tribunas y en el campo de juego. Se celebró el liderazgo en el torneo y esta recuperación tan palpable, después del sinsabor de la Copa. Como añadido, los hinchas gritaron para que Buffarini no emigre a Gremio, de Brasil, como suponen las negociaciones. San Lorenzo es puntero, indicio claro de la reconstrucción.