La calma y la catástrofe
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03/07/2015 18:45 hs

De la Argentina a Grecia, la mala experiencia de sufrir dos "corralitos"

Internacionales - 03/07/2015 18:45 hs
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Tres argentinas que se mudaron a Atenas y Salónica en los últimos años cuentan cómo se vive el default griego y cuáles son los puntos en común con la crisis que estalló en el país en 2001

Catorce años: de 2001 a 2015. Dos países: la Argentina y Grecia; 12.000 kilómetros. Tres palabras: crisis, default y "corralito". Tres historias: las de Flavia Simonelli, María Eugenia Francisco y Carolina Climentzos, tres argentinas que en este verano griego recuerdan los días de furia de aquella crisis indeleble en la memoria de todos los que la vivieron.

Flavia tenía 15 años a fines de 2001. Vivía en Santa Rosa de Río Primero, en el nordeste de Córdoba. Estaba de vacaciones y pasaba horas mirando por televisión la peor crisis argentina desde su nacimiento. Por la pantalla veía saqueos, represión y a un presidente que dejaba su cargo en helicóptero. Todo eso pasaba en Córdoba o en Buenos Aires, pero no en su "pueblo", como dice ella. También veía el desabastecimiento.

"Me acuerdo de que iba al supermercado a comprar azúcar y que había un solo paquete, o una botella de aceite", evoca Flavia en diálogo con LA NACION desde Atenas, donde vive desde 2011.

Allí, en la capital griega, Carolina también fue al supermercado el sábado pasado. No vio desabastecimiento como en aquel verano argentino, pero sí el temor a llegar a esa situación. "Fui a comprar algunas cosas y me sorprendió la cantidad de gente que salía con dos o tres carritos llenos. Vi que la gente tenía miedo", recuerda.

El fin de semana pasado, cuando el primer ministro Alexis Tsipras abandonaba las negociaciones con sus acreedores a dos días de la posible entrada en default, los griegos se lanzaron a las calles por temor al desabastecimiento y a un control de capitales. El primero no llegó; el segundo, sí. Desde el lunes, los griegos pueden sacar de los cajeros hasta 60 euros diarios.

"Por lo que decían en la televisión, parecía que era el fin del mundo", comenta la joven cordobesa, que, sin embargo, se siente invulnerable por su origen. "No me da miedo la crisis. Me vine de la Argentina cuando tenía 25 años. Ahí todo el tiempo vivimos en crisis", dice Flavia desde su casa en Atenas, donde vive con su marido griego, Fotis.

"Me llamó mucho la atención que ahora que pueden sacar 60 euros por día haya gente que va todos los días. Quieren terminar de sacar todo lo que les queda por el miedo que le tienen al «corralito»", reconoce la cordobesa, que menciona que ella no fue esta semana al cajero porque todavía le queda efectivo. "La voy a estirar lo más que pueda para no tener que volver a ir", señala, y agrega que en Atenas "la gente está acostumbrada a andar con efectivo, y no con la tarjeta de débito", algo que acrecienta la desesperación.

"Acá todo el mundo me pregunta qué hicimos para salir de la crisis, cómo sobrevivimos. Pero acá falta muchísimo para que lleguemos a lo que fue la Argentina en 2001, que para mí fue lo más duro", señala.

María Eugenia Francisco llegó a Grecia desde la Argentina en octubre de 2009, a los 25 años, con una beca de la cancillería griega para estudiar Arqueología en la Universidad Aristóteles de Salónica. El gobierno griego le había prometido un estipendio mensual de 600 euros. Pero en 2010 comenzaron las medidas de ajuste para paliar los efectos de la crisis económica. El salario se redujo tres veces, la última en febrero último, a 368 euros por mes. Ayer, la joven se recibió de arqueóloga y todavía no cobró sus últimos tres meses. Por eso, el "corralito" no la afecta.

"Nos iban a pagar a fines de junio y nos dijeron que llamáramos los primeros días de julio. Estamos todos pensando que no vamos a cobrar un centavo. Y es mucha plata", dice María Eugenia sobre el impacto que la crisis griega tuvo sobre su economía. En el pasado, llegaron a pasar siete meses sin cobrar. Y como no puede trabajar porque su beca no lo permite ni recibir dinero desde la Argentina, se maneja con tarjeta de crédito.

Carolina Climentzos decidió dejar todo en Buenos Aires para irse a vivir este año a Grecia con su novio, nativo de ese país. Viajó en abril. Vivieron en Salónica y se mudaron a Atenas cuando empezó el calor, porque su novio trabaja en turismo. Hace diez días volvió a Buenos Aires para terminar sus trámites para la ciudadanía griega y recién cuando los termine, en aproximadamente un mes y medio, volverá. No sabe qué país encontrará. "Mis cambios importantes pasan en cada momento... En 2001 justo me había mudado sola y tenía que pagar el alquiler, y estalló la crisis. Ahora que decidí que me voy a Grecia, es el año más complicado", comenta con humor a LA NACION.

Así como el turismo sigue casi intacto, Carolina dice que la gente todavía no deja sus costumbres por la crisis. "Allá ir a tomar un café es como un ritual, como el mate para nosotros, y las cafeterías están siempre llenas. También los lugares para comer. Eso me llamó mucho la atención", relata. En esas mesas, la crisis, el "corralito" y el futuro de Grecia son hoy tema obligado de conversación. (La Nación)

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